JORGE
MANRIQUE: Los temas y tratamiento de la muerte en las Coplas a la
muerte de su padre.
Jorge
Manrique es el máximo representante de la lírica castellana del
siglo XV. Cultivó la poesía amorosa y burlesca, pero su obra cumbre
es el poema elegíaco Coplas a la muerte de su padre.
El
poema consta de cuarenta estrofas (coplas manriqueñas de pie
quebrado) de 12 versos cuyo esquema métrico es 8a 8b 4c 8a 8b 4c 8d
8e 4f 8d 8e 4f.
La
obra se organiza en dos partes: en la primera se incluyen las
primeras veinticuatro estrofas en las que desarrolla la doctrina del
menosprecio del mundo, la fugacidad de la vida y el tópico del ubi
sunt?; en la segunda se incluyen las restantes estrofas en las que
exalta las virtudes de su padre, don Rodrigo, resume su vida militar
y muestra el diálogo que mantiene con la muerte.
Las
coplas desarrollan el tema de la muerte, la fama y la vida eterna:
parten de una meditación genérica sobre la fugacidad de la vida y
acaban presentando la muerte del padre del autor. El progreso de lo
general a lo particular acentúa la emotividad del final de la
composición. El tema de la muerte fue muy frecuente en la Edad
Media; desde la perspectiva cristiana, la muerte era vista como
liberadora, ya que abría las puertas a la vida eterna. Pero en los
siglos XIV y XV, lo habitual era presentar la muerte como un
personaje terrorífico (un esqueleto con una guadaña) que iguala a
todos ante su poder, como escenificaban las populares danzas de la
muerte; también era frecuente exponer la descomposición del cuerpo
humano de forma detallada y macabra. En cuanto al tema de la fama
muy utilizado por autores del siglo XV, Manrique lo utiliza en el
sentido en que se empleaba en Italia: la fama que se obtiene por los
actos que se realizan en esta vida repercuten en el goce que se podrá
disfrutar en la otra. Además, gracias a la fama adquirida don
Rodrigo vence a la muerte y puede alcanzar la vida eterna.
En
general, el poema se inscribe en la visión medieval, pues exalta los
valores espirituales que no perecen, y los contrapone a los caducos
bienes terrenales. Pero Manrique ofrece como novedad una visión
serena de la muerte, exenta de cualquier tono macabro desagradable.
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